
Uno de los juegos más populares entre los niños egipcios, griegos y romanos era la mosca de bronce, que pudo dar origen a la gallinita ciega. Éste consistía en vendar los ojos de un jugador y dar vueltas. Los demás se situaban alrededor y le tiraban trocitos de papiro para que la gallina ciega tuviera una referencia de su situación. Cuando lograba coger a uno, el que había tirado el papiro se colocaba en el centro y vuelta a empezar.
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