Las diferentes cárceles del condado de Maricopa, Fénix siendo su capital estatal, están regidas por el sheriff Joe Arpaio, elegido por votación popular una y otra vez desde 1992 y con fama internacional por el estricto tratamiento que destina a los presos bajo su autoridad.
Según el Sheriff Joe Arpaio, muchos presos no entienden que desde el momento en que los encarcelan pierden algunos de los derechos y privilegios de los que disfrutan los ciudadanos libres. Para ellos, la cárcel no es más que un lugar de paso y hasta un respiro en su carrera delictiva.
Arpaio considera que lo mínimo que se le puede pedir a los delincuentes es que se sacrifiquen un poco por los contribuyentes. Se calcula que un penal de máxima seguridad propuesto para el condado de Maricopa costaria unos 220 millones de dólares. El primer campamento de tiendas de campaña que Arpaio hizo construir costó poco menos de 120.000 dólares.
Su argumento es que la cárcel debe ser un lugar al que nadie quiera volver jamás sin implicar que haya que tratar a los presos de manera cruel o inhumana. Desde su punto de vista semejante conducta sólo sería ética y jurídicamente inaceptable. Considera que una administración arbitraria o bárbara hace de cualquier prisión un lugar más violento, ingobernable y peligroso, tanto para los reclusos como para los celadores. Asegura que las cárceles deben ser incómodas, no inseguras. Por lo tanto, los principios que norman su modo de trabajar son la disciplina, el trabajo duro, la ausencia absoluta de lujos.
Como parte de su notoria política carcelaria, el sheriff Arpaio ha organizado en el caluroso desierto de Sonora un campo de tiendas de campaña para hospedar a sus reclusos bajo temperaturas estivales que rondan los 50 grados centígrados. Según ha argumentado el septuagenario responsable policial, si estas tiendas (sobrantes de la guerra de Corea) son buenas para los heroicos soldados estadounidenses, también tienen que ser buenas para sus presos. El sheriff también ha reformado el vestuario de los internos bajo su custodia, la mayoría en prisión preventiva o cumpliendo penas reducidas de privación de libertad, resucitando los uniformes de rayas blancas y negras.
Según el Sheriff Joe Arpaio, muchos presos no entienden que desde el momento en que los encarcelan pierden algunos de los derechos y privilegios de los que disfrutan los ciudadanos libres. Para ellos, la cárcel no es más que un lugar de paso y hasta un respiro en su carrera delictiva.
Arpaio considera que lo mínimo que se le puede pedir a los delincuentes es que se sacrifiquen un poco por los contribuyentes. Se calcula que un penal de máxima seguridad propuesto para el condado de Maricopa costaria unos 220 millones de dólares. El primer campamento de tiendas de campaña que Arpaio hizo construir costó poco menos de 120.000 dólares.
Su argumento es que la cárcel debe ser un lugar al que nadie quiera volver jamás sin implicar que haya que tratar a los presos de manera cruel o inhumana. Desde su punto de vista semejante conducta sólo sería ética y jurídicamente inaceptable. Considera que una administración arbitraria o bárbara hace de cualquier prisión un lugar más violento, ingobernable y peligroso, tanto para los reclusos como para los celadores. Asegura que las cárceles deben ser incómodas, no inseguras. Por lo tanto, los principios que norman su modo de trabajar son la disciplina, el trabajo duro, la ausencia absoluta de lujos.
Como parte de su notoria política carcelaria, el sheriff Arpaio ha organizado en el caluroso desierto de Sonora un campo de tiendas de campaña para hospedar a sus reclusos bajo temperaturas estivales que rondan los 50 grados centígrados. Según ha argumentado el septuagenario responsable policial, si estas tiendas (sobrantes de la guerra de Corea) son buenas para los heroicos soldados estadounidenses, también tienen que ser buenas para sus presos. El sheriff también ha reformado el vestuario de los internos bajo su custodia, la mayoría en prisión preventiva o cumpliendo penas reducidas de privación de libertad, resucitando los uniformes de rayas blancas y negras.
El cambio de estilo también ha llegado a la ropa interior y los calcetines de los presos, teñidos de color rosa para evitar el malgasto y el «mercado negro» organizado dentro de las prisiones en torno a la ropa blanca interior suministrada anteriormente.
Con el fin de reducir gastos de manutención, el sheriff también ha limitado la comida que reciben sus reclusos, gastando sólo 40 centavos de dólar (33 céntimos de euro) diarios por preso. Una fracción de lo que se dedica a la comida de los perros-policía utilizados por esta institución policial. Para servir 2 comidas diarias a sus presidiarios, el sheriff utiliza lotes de alimentos a punto de caducar y bocadillos de mortadela. Están prohibidos los excitantes, incluido el café, condimentos, cigarrillos. Las revistas pornográficas fueron prohibidas en una decisión anti-obscenidad ratificada por el Supremo federal.
El sheriff Arpaio también ha resucitado la idea de encadenar a sus convictos por el tobillo y ponerlos en grupos de cinco a realizar trabajos comunitarios como la limpieza de carreteras, ordenar espacios públicos, limpiar pintarrajos o sepultar a indigentes. Estas prácticas no son discriminatorias ya que en estos trabajos relativamente voluntarios participan tanto mujeres como hombres dentro de la población reclusa del Condado de Maricopa.
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