Cuenta la leyenda que la primera novia que uso azahares fue una española humilde, hija del jardinero del rey de España. Aunque estaba enamorada, su padre era demasiado humilde para darle su dote, y sin ella no podía casarse. Mientras tanto, el rey acababa de recibir el primer naranjo que llegaba al país, y que guardaba orgullosa y celosamente. El embajador francés de la época expresó su admiración por el árbol, pero el rey se negó a proporcionarle un vástago.
La hija del jardinero que había escuchado el reuso del rey, una noche se deslizó por el jardín y en secreto cogió un brote del árbol. Vendió este al embajador de Francia y con el dinero obtenido consiguió la dote. El día de su boda no olvidó la felicidad que le había aportado el naranjo. En muestra de gratitud el día de la ceremonia se adornó los cabellos con azahares, comenzando así una nueva tradición.
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