La sangre ha sido siempre símbolo de vida y fuerza. Posiblemente por este motivo los egipcios se bañaban en sangre para recuperar las fuerzas.
Más romántica es la conocida historia del caballero Sant Jordi, que mató a un dragón para salvar a una princesa de ser devorada. La sangre derramada por el feroz animal se convirtió en una bonita rosa que el caballero ofreció a su querida.
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